El pasado sábado asistimos en el programa La Noria (Tele5) a una interesante batalla entre la voracidad y malicia periodística-televisiva y la humildad, bondad y simpatía de una inocente. Se trataba de Esther, una expulsada OT. Asistimos atónitos al despellejamiento dialéctico. La trataron a degüello, metiéndose con ella, humillándola, riéndose de ella incluso con mal gusto :"¿Aceptarías 50.000 euros de Interviu por enseñar tus tetillas?" ¡Qué fácil es atacar al débil! No obstante, ella respondió a todo con naturalidad, con inocencia, con humildad, con palabras sinceras, sin ninguna malicia, reconociendo sus errores y limitaciones (algo impensable en TV o política hoy en día),... Poco a poco empezó a darles una lección tal que al final tuvieron que callarse viendo que no les daba nigún juego morboso. En el test final (cantar trocitos de canciones) la volvieron a tratar como a un mono de feria, pero los que salieron como estúpidos y ridículos fueron ellos con las buenas y afinadas réplicas que hizo ella.
Todo mi apoyo y respaldo a esta chica que supo mantener la calma, que no se merecía ser tratada así y que con su candidez y humildad dejó palpable el desagradable objetivo de estos programas de TV. Toda una lección a todos los depredadores que les hizo verse a sí mismos, comprender la injusticia que estaban haciendo con ella y claudicar ante la evidencia.
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