25 de septiembre de 2022

Un cafetín

 


Hay cosas de la personalidad que se heredan. A veces se heredan de los padres antojos, parecidos genéticos, manías incluso enfermedades. Dicen que todo se hereda, menos la hermosura pero no estoy muy de acuerdo del todo. También se heredan costumbres sanas, maneras de afrontar la vida incluso buenas formas de vivirla. Quiero hacer mención en este punto a algo heredado de mi madre, algo tan liviano, sencillo y estupendo como es el hábito de tomarse un cafetín. Y no me refiero a un tazón de café con leche de desayuno, o el típico café / infusión después de comer. No. Me refiero a ese cafetín extra, en vaso pequeño, normalmente café con un poco de leche, bien caliente, tomado a media mañana o media tarde, incluso antes de irse a dormir y que, si puede ser, venga acompañado de algún un pequeño dulce. Un cafefín que sirve para aliviar el espíritu, para quitar las telarañas del estómago, para reducir los nervios y para esos pequeños detalles de la vida que la hacen más feliz y llevadera. Siempre recuerdo a mi madre tomándose un cafetín desde que era joven, tanto fuera como en casa (sólo el Covid le hizo apartarse del hábito durante unas semanas, pero ya sigue de nuevo en su normalidad habitual). Yo lo uso frecuentemente antes de entrar al cine o teatro, antes de una reunión importante, de una inauguración, de un examen, en los viajes cuando llegas a un sitio nuevo, o en todo momento que necesites un pequeño descanso, un oasís en la actividad, un ratito de calma ante la adversidad. Agradezco y recuerdo mucho a mi madre en estos pequeños gestos y detalles que sirven para vivir de una forma más cálida, empática y amigable. Trucos sabios heredados para un mundo mejor. Os lo recomiendo.