El tópico dice que Soria es muy pequeña y que hace mucho frío. Pero Soria es mucho más. El frío atmosférico se contrarresta con el calor de acogida y bondad de los sorianos, de un café caliente, y de su rica y sabrosa gastronomía basada en el cerdo. Pasear por Soria es saborear el románico metropolitano (qué buen rato es descifrar la portada de la iglesia de Sto. Domingo y saborear los rincones misteriosos de la iglesia de Juan evangelista), es disfutar de andar entre antiguos palacios, es disfrutar el espíritu de la poesía de Antonio Machado que todo lo impregna: estatuas, calles, edificios, pintadas,... Un poco decepcionante el parador, en estilo moderno-colegial, a pesar de su privilegiada situación en lo alto. Y desde lo alto también la singular vista desde el Mirón, recomendable. Nos queda para otra ocasión toda la zona del río, del río Duero que rodea la ciudad y que baña su historia.
Dejo aquí algunas tomas del lindo pasear por Soria
2 comentarios:
Está claro que hay que volver :)
Sí, y sin demorarlo mucho para que no caiga en el olvido.
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