70 minutos de personajes entrañables, situaciones conmovedoras, escenarios góticos estilo Tim Burton, buena técnica de animación y toques de instantes divertidos. Curiosa contraposición de silencio, oscuridad, seriedad del mundo de los vivos frente a la risa, música, diversión y colores del mundo de los muertos. Hay momentos de gran fuerza emotiva (si yo hubiera sido el protagonista, no habría sabido qué elegir). Apta para todos los públicos.
La mayor fuerza dramática es que está basada en hechos reales. Soy un tanto agnóstico respecto al tema de las posesiones, pero cuando una chica universitaria es capaz de hablar en arameo, emitir dos voces al mismo tiempo, comer insectos y pertubar extrasensorialmente a los animales uno empieza a dudar. Esa es la duda que se plantea esencialmente en esta película integrada en el género "judicial", donde las imágenes exotéricas y asustadizas resultan a veces molestas en la visualización del proceso.
Todo un regalito el ver en la sala Princesa del teatro María Guerrero (Madrid) esta obrita, donde el público respira, siente y se involucra con los 2 carismáticos personajes. La disposición de la sala hace que las pocas butacas del aforo se intercalen en el propio escenario, de forma que podemos oler las flores secas que Ibrahim mete en el Corán, el incienso que perfuma la tienda, el bullir del entrañable té,...
Entretenida película que da lo que se espera: intriguilla, heroicidades y cierto espectáculo de imágenes. Mi opinión no es muy objetiva porque ya conocía el argumento. La trama está basada en una serie de giros argumentales y en la capacidad de intentar despistar al espectador: ¿Ha desaparecido o nunca estuvo allí?. La resolución, como nadie duda, se basa en la gran sagacidad e inteligencia de Jodie Foster, que se lleva el 90% de los planos.
Me vuelvo a quitar el sombrero ante esta elegante forma de hacer cine donde comedia, suspense, drama, amores... se funden en el leiv motiv de la trama: "¿Qué es mejor: el talento ó la suerte?". Los tambores de Calanda que usase Buñuel en las crisis de sus personajes son ahora sustituidos en W. Allen por elegantes fragmentos de ópera; el tenista que Hitchcock usase en sus "Extraños en un tren" o "Crimen perfecto" es ahora transformado en un títere movido por las manos de la ¿Providencia?; el retrato de la clase media newyorkina de siempre es ahora trasladable a los avatares de la alta burguesía londinense. Pero por encima de todo nos queda el mensaje y la reflexión final a modo de catarsis en esta tragedia griega modernista. Recomendable.
Cuando uno ve el "Él método Grönholm" bien sea en cine o teatro, uno descubre al ver Arcadia que las reacciones son totalmente coherentes. La sociedad empieza a perder el rumbo en busca de la competitividad y la defensa de uno mismo. Con un humor negro y algunas secuencias de partirse de risa, nos encontramos con una inteligente película que tras su aparente exageración (muy bien visualizada) nos invita a la reflexión. Hay momentos de suspense (persecuciones, policías en casa, interior del coche,...) que rayan la perfección de Hitchcock. El uso de ángulos de cámara, puntos de vista, música, montaje,... están siempre al servicio del ritmo de la entretenida trama. Recomendable.
En sus más de 2 horas, asistimos a una historia trepidante donde suceden multitud de cosas, pero contada con un ritmo lento, una cadencia de planos largos, diálogos concisos, música lineal y muuchos silencios. Película de soledad para saborear despacio. La actuación de Darín como hombre común, anónimo, observador... es muy buena. En su vida paciente y rutinaria, el guión sabe ponerle 2 o 3 puntos de ruptura que hacen casi involuntariamente llevarle a la acción e intentar cumplir su sueño. El color opaco de la textura de película va muy acorde con el ritmo y esencia de la misma. Nada que ver con otras películas costumbristas argentinas.
