9 de marzo de 2021

Nevenka


La miniserie de Netflix nos vuelve a dar y golpear con la realidad del caso de Nevenka Fernández en la Ponferrada del año 2000, Un caso extrapolable a muchos casos y situaciones pasadas y presentes. Bien contado, el relato documental va mezclando imágenes de archivo, noticieros de aquella época, con declaraciones de los protagonistas en la actualidad. Lo más doloroso de la situación no sólo fue el tremendo acoso que Nevenka sufrió del alcale Ismael Álvarez sino la soledad y el juicio burocrático y social que tuvo ella. Cómo estará construida la sociedad para que en una situación así, hubiera una manifestación del pueblo "a favor" del alcalde y un juicio penal donde la víctima destrozada, rota por dentro y por fuera, es apelada como  la instigadora del delito. Qué sociedad patriarcalizada tenemos que permite que, una vez celebrado el juicio y declarado culpable, el alcalde acosador siga su vida social y política en el pueblo y la víctima tenga que irse de España a vivir sin haber vuelto nunca. Hemos suspendido como sociedad. ¡Perdónanos, Nevenka! 

En el relato documental sólo quedan atisbos de esperanza en la sororidad de Charo Velasco, su rival política a la que Nevenka pidió ayuda, las figuras profesionales del psicólogo y abogado, y, en lo personal, sus padres y Lucas, su actual marido. Y nadie más. También hubo un atisbo de justicia moral con la expulsión del aberrante fiscal durante el juicio y esas palabras del juez: "Recuerde que ellá está en calidaad de testigo no de acusada". Un recordatorio que todos nos debemos aplicar

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